martes, 10 de marzo de 2009

Quema de libros y entierro de los intelectuales

Se refiere este interesante capítulo de la historia antigua de China al desafortunado incidente durante la dinastía Chin (Qin, 221 – 206 a.C.), donde el déspota emperador Chin Shih-huang (Qin Shi Huang, 259 – 210 a.C.) ordenó quemar todos los libros que existían en esa época, así como enterrar vivos a muchos académicos.
En los anales históricos, el hecho se inicia en el año 213 a.C., donde todas las obras clásicas del período anterior conocido como las Cien Escuelas del Pensamiento, excepto aquellas de la escuela legalista, fueron quemadas.
Chin Shih-huang ordenó la quema de esos libros debido a que temía que el contenido histórico de los mismos podrían en peligro la legitimidad de su reinado. En vez, procedió a escribir sus propios libros de historia. Para ese propósito, ordenó a su primer ministro, Li Shih (Li Si, 280 – 208 a.C) para que se encargase del proyecto.

La quema de libros es uno de los capítulos más tristes de la historia antigua de China.




Al respecto, Li Shih propuso que todos los compedios históricos en los archivos imperiales, excepto aquéllos escritos por historiadores del reino de Chin, fuesen quemados. También ordenó que el Libro de las Odas, el Libro de la Historia y las obras de los académicos de todas las otras escuelas del pensamiento fuesen entregados a las autoridades locales para su posterior quema. Cualquier persona que mencionase o discutiera acerca de tales libros, particularmente los dos antes mencionados, debía ser ejecutada en el acto.
Al mismo tiempo, se ordenó que toda persona que usase ejemplos del pasado para criticar o satirizar la política del reino, fuese ejecutada junto con todos sus familiares de nueve generaciones para arriba y para abajo; a fin de extirpar totalmente el linaje de la misma.
Las autoridades que no reportasen casos que hayan descubierto o fuese benévolos hacia los culpables, sufrirían las mismas consecuencias, es decir, serían ejecutadas junto con todos sus familiares.
Quienes no procediesen a quemar tales libros en un lapso menor a 30 días después de haber sido anunciado el decreto, serían desterrados al Norte y convertidos en esclavos para trabajar en la construcción de la Gran Muralla.
Los únicos libros que recibieron dispensa de la quema fueron aquéllos que trataban sobre medicina, agricultura y adivinación.

Mapa de China durante las dinastías Chin y Han.

El término en chino, Fenshu kengru (焚書坑儒), significa literalmente “quema de libros y entierro vivo de los confucianistas”. En ello se implica que aparte de la quema de los libros de la época, también se ordenó enterrar en vivo a los letrados confucianistas. La quema de libros fue un hecho comprobado y de hecho, muchas obras y tratados antiguos desaparecieron; y hoy día, sólo se sabe de ellos por mención en otras obras que lograron ser ocultadas y salvadas de esa destrucción generalizada del saber.
Según el Shih Chih o Registros Históricos (史記), de Ssuma Chien (Sima Qian, 145 ó 135 – 86 a.C.), después que Chin Shih-huang se declaró como Primer Emperador de China tras conquistar todos los otros reinos y unificar la nación en el año 221 a.C., Li Shih sugirió suprimir la libertad de expresión, así como unificar todos los pensamientos y opiniones políticas. La justicación que presentó Li era que los intelectuales pronunciaban falsos elogios a la corte, a la vez que incitaban al descontento mediante la calumnia y los escritos satíricos.
La parte correspondiente a la quema de libros constituye un hecho del que no existen dudas algunas. Lo que está sujeto a debate es el hecho del entierro en vida de los académicos, o más específicamente en chino, de los académicos confucianistas.
De acuerdo con la versión original del Shih Chih, se narra el entierro en vida de más de 460 personas, pero no se detalla que eran letrados confucianistas (ru-chia,儒家). Por lo menos en otros dos capítulos del importante documento clásico de la antigüedad, se menciona que los quemados eran su-shih (術士), un término que en chino significa literalmente “maestro de artes”, y que se usaba en la antigüedad para describir a los brujos, curanderos, alquimistas, prestidigitadores y adivinos. Estos personajes solían atribuirse propiedades sobrenaturales y auto-adjudicarse títulos pseudoacadémicos. De nuevo, comprobamos que Ssuma Chien nunca se refirió a los académicos confucianistas al mencionar el asunto del entierro de académicos ordenado por el emperador Chin Shih-huang.

Estela de piedra que marca el sitio donde fueron enterrados en vida los letrados.

Entonces, ¿de dónde surge el término kengru o entierro vivo de los confucianistas? El origen puede ser remontado al sexto año del reinado del Emperador Chao de la dinastía Han, que reemplazó a la dinastía Chin después de su colapso. La fecha equivale al año 81 a.C., o sea más de cien años después de la muerte de Chin Shih-huang.
Durante la dinastía Han, volvió a cobrar auge el confucianismo, reemplazando a la escuela legalista que había prevalecido en la dinastía anterior. En consecuencia, los funcionarios confucianistas en la corte adquirieron gran poder e influencia.
Esa situación trajo una serie de consecuencias inquietantes en la corte. El emperador se oponía a que estos funcionarios cobrasen a título personal impuestos arbitrarios sobre los negocios de la sal y el hierro. Aparentemente, el emperador Chao hizo tal declaración con el fin de intimidar a los funcionarios confucianistas y recordarles de la desagradable quema de libros de la dinastía anterior.
Otra razón que podría justificar la insinuación de la persecución contra los confucianistas por parte de los historiadores de la dinastía Han, era el deseo de colocar la escuela confucianista como sistema de pensamiento único en China. Para este fin, era menester resaltar la calamidad y el colapso final de la dinastía Chin pocos años después de haberse iniciado la quema de libros y entierro vivo de los intelectuales.


El Emperador Chin Shih-huang.

Posteriormente, los historiadores confucianos condenaron al emperador Chin Shih-huang de haber quemado los clásicos y enterrado vivos a estudiosos confucianos. Poco después, compilaron la lista de los "Diez crímenes de Chin" para destacar sus acciones tiránicas. Chia Yi (Jia Yi, 賈誼,; 201 – 169 a.C.), famoso poeta y estadista de la dinastía Han, concluyó su ensayo Las faltas de Chin (過秦論) con un argumento que se convertiría en el juicio habitual confuciano de las razones del colapso de la dinastía de más corta duración en China. El ensayo de Chia Yi, admirado como una obra maestra de la retórica y el razonamiento, fue copiado dentro de los dos principales compendios de historia de la dinastía Han y ha tenido una influencia de un gran alcance en el pensamiento político chino como una ilustración clásica de la teoría confucianista.
Tal vez conviene explicar por qué Chin Shih-huang ordenó enterrar vivos a los su-shih. El Primer Emperador de Chin, como se auto-declaró el despota, estaba obsesionado con la continuación de su reinado y alcanzar la inmortalidad.
Conociendo la obsesión del emperador, muchos su-shih aprovecharon la oportunidad para tratar de obtener beneficios de la corte, aduciendo la posesión de fórmulas para producir el elixir de la inmortalidad o de conocer una isla maravillosas donde crecía una planta medicinal que evita la vejez.
La mayoría de estos su-shih eran unos charlatanes y usaban los mismos trucos con que engañaban a la gente incauta para tratar de convencer al emperador a contratar sus servicios. Algunos de ellos tenían ciertos conocimiento académicos, pero muchos de ellos eran analfabetos.
Uno de ellos en particular, Hsu Fu (Xu Fu, 徐福), llegó a exigir del emperador Chin Shih-huang apoyo para emprender tres expediciones a una legendaria isla al este del Mar Amarillo, llamada “Isla maravillosa de los inmortales” (蓬萊仙島), donde se encontraba el codiciado elixir de la inmortalidad. Al retorno de su primer viaje, Hsu reportó que había avistado la isla, pero no pudo contactarse con los inmortales. En su segundo viaje, retornó diciendo que había encontrado a los inmortales, pero éstos no podían entregarle el elixir debido a que no era puro e inocente.
Finalmente, pidió al Emperador Chin que lo acompañasen tres mil niños y niñas, además de una gran cantidad de oro y plata, para emprender otro viaje con el fin de traer de vuelta el ansiado elixir. Partió Hsu con sus embarcaciones cargadas de niños y desembarcó en lo que hoy es Japón. Allí, ordenó destruir las embarcaciones y colonizó las islas, no volviendo jamás a China por temor a la represalía del obviamente enojado Emperador.
Harto de tantos engaños por charlatanes y oportunistas, Chin Shih-huang ordenó una redada contra los su-shih, quienes al verse frente a los jueces, comenzaron a culparse unos contra otros. Sumamente enojado, el Emperador ordenó que fuesen enterrados vivos, para escarmiento de sus potenciales seguidores e imitadores. Los anales históricos registran que unas 460 personas fueron condenadas a este cruel suplicio.
Finalmente, Chin Shih-huang murió mientras se encontraba haciendo un viaje por la parte nororiental de China, en busca de las legendarias islas de los inmortales y el elixir de la inmortalidad. La tradición dicta que murió a causa de un brebaje que contenía demasiado mercurio. A su muerte, le sucedió en el trono su segundo hijo, Huhai, quien asumió al título de Chin Er-shih o Segundo Emperador de Chin.
Qin Er-shih no fue ni de lejos tan capaz como lo fue su padre. Rápidamente surgieron revueltas por todas partes, y cuatro años después de la muerte de Chin Shi-huang, falleció su hijo, el palacio imperial y los archivos fueron consumidos por las llamas, y la dinastía Chin presenció su colapso final.
En resumen, Chin Shih-huang no ordenó la matanza de intelectuales y letrados, no estuvo en contra de los académicos versados en las enseñanzas de Confucio y Mencio. Al contrario, el ensañamiento fue contra ese grupo de personas que predicaban por un lado las enseñanzas confucianistas y por otro lado embaucaban a la gente con supuestas fórmulas mágicas para curar todos los males e impartir la inmortalidad.
Si bien la quema de libros truncó la diversidad del pensamiento en China y destruyó gran parte de los legados intelectuales de las épocas de Primavera y Otoño (770 – 476 a.C. ) y los Estados Guerreros (475 – 221 a.C. ), sería injusto calificar a Chin Shih-huang como un monarca despiadado que quiso destruir toda la civilización existente. Al contrario, debemos reconocer sus contribuciones en la formación de una nacionalidad china única, de la unificación de la escritura, de la estandarización de pesos y medidas, creación de una moneda única, así como la construcción de la Gran Muralla. Todos esos legados han sobrevivido el paso del tiempo y se han conservado hasta nuestros días para resaltar el esplendor y la magnificencia de la cultura de uno de los pueblos más antiguos del mundo.

lunes, 9 de marzo de 2009

Acerca de la historia antigua en China

La historia antigua de China se inicia con la aparición de un líder legendario conocido como Huang Ti o Emperador Amarillo, en el fértil valle del Río Amarillo. Junto con otros cuatro emperadores, constituyen el período de la historia china conocido como la Era de los Cinco Gobernantes. En este período se formó y perfeccionó la organización social y se inventó un calendario de 365 días.
Ya antes del neolítico, surgió en China un grado de organización social bastante complejo. Desde épocas muy tempranas, el hombre en China abandonó la subsistencia basada en la caza y la recolecta. Existen evidencias concretas de que la agricultura ya estaba bastante asentada en China a partir del quinto milenio a.C. Sin embargo, este desarrollo de las sociedades neolíticas no se concentró en un área específica sino que ocurrió simultáneamente en varios sitios dentro del territorio chino, y muy probablemente, en forma muy independiente entre ellas.
Prácticamente no se conocen registros escritos de tales sociedades neolíticas en China. Las evidencias sobre la organización existente en dichas sociedades provienen de restos animales y humanos, instrumentos de caza y labranza, así como objetos de arcilla pertenecientes a culturas antiguas tales como la Yangshao, Machia (Majia), Chichia (Qijia) o Lungshan (Longshan).

Los huesos de oráculos constituyen una fuente invalorable de documentación sobre la historia antigua en China.

En esta primitiva forma de organización social encontramos las primeras normas de conducta. Alrededor del año 2200 a.C., un ministro de la corte de apellido Chi enseñó al pueblo a observar las “cinco relaciones básicas”. Este código procuraba fijar las relaciones entre el soberano y sus ministros; entre padres e hijos; entre marido y mujer; entre los hermanos; y entre los amigos. Posteriormente, Confucio se basó en este código primario para establecer una filosofía ética que ha permanecido vigente en China por más de dos milenios.
La primera etapa del sistema político en China puede ser clasificado dentro de los confines de la teocracia. Los chinos creían en el tien min o mandato del Cielo. Este concepto fue usado como esencia de la legalidad del mandato por los primeros gobernantes y constituyó la base del pensamiento y la filosofía de China en sus primeros tiempos. El enfoque histórico en la legitimidad y continuidad política constituyó una poderosa fuerza conservadora en China.
Los orígenes de la escritura china se pueden remontar a 5.000 y 4.000 años antes de Cristo, en los trazos en antiguos tiestos de arcilla, que son contemporáneos de los jeroglíficos egipcios y los primeros escritos cuneiformes de Sumaria. Sin bien esos trazos en los tiestos de arcilla eran sólo símbolos y no una verdadera forma de escritura, sin embargo, son el origen de las posteriores inscripciones en los huesos de oráculos. Las inscripciones en huesos de oráculos constituyen la primera forma de escritura china y se han identificado alrededor de 2.000 caracteres distintos, de los cuales se han decifrado unos 1.300.
Los recientes descubrimientos arqueológicos en China han arrojado mayor luz a la existencia de una gran actividad humana en China durante el neolítico. Estos estudios contribuyen a un mejor conocimiento de la prehistoria en China, así como los orígenes de su cultura y pensamiento. La mayor parte de los artefactos desenterrados datan de 4.000 a 2.000 años antes de nuestra era. Uno de los descubrimientos de mayor antigüedad se encuenta en Panpo, cerca de Sian, en la norteña provincia de Shensi. Pruebas de radiocarbón en artefactos desenterrados en esta localidad revelan que su edades oscilan entre 4773 ± 141 a.C. y 4194 ± 204 a.C. No han habido mayores variaciones en posteriores pruebas de C-14 o termoluminiscencia, lo cual comprueba la presencia de asenta- mientos humanos en un período de casi 600 años, desde 4800 al 4200 a.C.
Panpo es uno de los sitios más importantes de la cultura Yangshao en el valle de Weishui. En los pedazos y piezas de alfarería encontrados en este sitio se ven con frecuencia marcas realizadas en bandas decorativas en negro o en patrones triangulares también del mismo color. Las marcas se encuentran abajo del borde exterior de las vasijas. Hasta el momento, se han catalogado 113 marcas diferentes. Las marcas son trazos sencillos y de forma regular.
Si bien existen ciertas discrepancias en si se deben clasificar las marcas en los cacharros de arcilla de Panpo como las formas más primitivas de escritura china, pero resulta indudable que tales marcas fueron inscritas a propósito y en forma consciente por seres humanos para representar conceptos definidos. Aunque todavía no se puede determinar con precisión el significado de esas marcas, es obvio que esos seres humanos estaban expresando sus ideas llanas y sencillas en forma objetiva, dentro de las realidades de su situación y utilizando todos los medios posibles para dar a conocer su mensaje. Acordemente, esas marcas reflejan conceptos de ciertos eventos u objetos que tenían los hombres de esa época en China, y por ende, tienen gran afinidad con la escritura china que evolucionó posteriormente.
Se ha logrado identificar muchas de las marcas y se conoce ahora que representan números. Tal vez, no se pretendió escribir un mensaje en el sentido propio de la palabra, pero hay algo innegable: sus autores intentaban señalar algo en concreto al inscribir esos símbolos en la arcilla. Posiblemente registraban la fecha de algún acontecimiento (nacimiento, muerte de alguien), indicaban quién era el autor del cacharro, o sencillamente eran para identificar la propiedad del mismo. Indiscutiblemente, ya existía una forma de pensamiento inherente de identificación con el grupo.

La escritura china ha sobrevivido durante milenios.

Hace seis mil años, los caracteres chinos ya eran bastante complejos, saliéndose del período de ideogramas e indicadores sencillos para entrar en una etapa de ideogramas complejos compuestos de hasta tres elementos distintos. La estructura de la grafía de hace 6.000 años es similar a la de los seis tipos de escritura de tiempos posteriores. Dejando aparte los números, se ha descubierto que la grafía inscrita en muchos trozos de arcilla neolítica es prácticamente idéntica y consistente. Esto demuestra el desarrollo de un tipo de escritura de uso generalizado. Obviamente, existen dificultades en su interpretación. Muchos símbolos tienen similitud con caracteres chinos actuales o incluso con números arábigos o letras del alfabeto. Esto puede inducir fácilmente a errores intepretativos por asociación indebida o prejuicios.
Una de las formas más primitivas de registros históricos fueron las inscripciones en huesos de oráculo en el período posterior de la Dinastía Shang (aprox. 1300 a.C.). Huesos de animales, generalmente omóplatos de ganado y caparazones de tortuga fueron usados para adivinar la suerte. Los aspectos que se indagaron eran inscritos en estos huesos y constituyen anotaciones oficiales o semioficiales de muchos sucesos de esa época.
Durante la Dinastía Chou ( 1122 - 221 a.C.), las inscripciones en huesos de oráculos fueron reemplazadas por anotaciones en objetos de bronce. Las mismas constituyen las primeras crónicas oficiales de los estados chinos de la antigüedad. Los textos de esta primitiva forma de escritura china registraban sucesos importantes, así como los ritos y prácticas estatales de aquellos tiempos.
Estos primeros registros eran por excelencia documentos de naturaleza oficial. Es notoria la escasez de obras literarias o filosóficas de esas dinastías que han logrado sobrevivir. En la China antigua, la filosofía tuvo que ver básicamente con los asuntos relacionados con la naturaleza del Estado. En términos generales, los escritos filosóficos de la escuela confucianista o de los legalistas eran de naturaleza prescriptiva, a diferencia de las obras históricas, que eran formalmente descriptivas. Sin embargo, en ambos casos, eran obras de funcionarios o académicos interesados en sugerir formas apropiadas de gobernar o de comportamiento del individuo en la sociedad.


Muchos cacharros de bronce del período Yin-Shang contienen valiosos registros de hechos de esa época.

Las primeras composiciones de poesía en China también estuvieron relacionadas con la naturaleza oficial de los primeros escritos. Por ejemplo, si bien el Shih-ching o Libro de las Odas contiene un número de canciones de amor y poemas líricos de caracter íntimo, sin embargo sobresale en el mismo los poemas que narran la epopeya del pueblo Chou antes de la derrota de la dinastía Shang. La obra se preocupa por los antecedentes y la fundación de un estado.
La poesía en tiempos posteriores, indistintamente fuese personal o formal, fue esencialmente la obra de una clase intelectual educada que controlaba el país, que corresponde a los funcionarios de nuestros días. Filósofos, poetas e historiadores eran a su vez funcionarios de la corte.
Obviamente, esta situación dió gran uniformidad y unidad al legado escrito de China. Sin embargo, ésto inevitablemente se logró a sacrificio de una más amplia variedad de perspectivas y creatividad.
Después de la Era de los Cinco Gobernantes, vino una sucesión de tres dinastías: Hsia, Shang y Chou. Este período es conocido como las Tres Dinastías de la Antigüedad y el traspaso del poder de una dinastía a otra supuso una gradual fusión de todas las tribus que habitaban originalmente el valle del Río Amarillo.
La Dinastía Hsia (2205 - 1766 a.C.) tuvo 17 gobernantes que representaron 14 generaciones. En esta dinastía se comenzó a definir las fronteras territoriales de China y se estableció el principio del reinado hereditario.
En 1766 a.C., Shang Tang, jefe de una tribu que vivía al sudeste del Río Amarillo, derrocó al último rey de Hsia y estableció la dinastía Shang. En esta época, China ya era una nación agrícola desarrollada. El uso común de las vasijas de bronce y los huesos de oráculo permitió el registro de muchos hechos históricos en tales objetos.
El último monarca de Shang fue un tirano que se deleitaba declarando guerras contra las otras tribus e inventando nuevos métodos de tortura contra sus enemigos capturados. Pronto, se produjo un descontento general en el pueblo. El rey Wu de la tribu Chou, al mando de un ejército compuesto por un grupo de tribus, inició una revuelta general y derrotó al ejército del tirano. Para evitar ser capturado, el tirano ordenó quemar su palacio y se inmoló en el mismo en el año 1122 a.C.
El rey Wu instaló una nueva dinastía, la Chou, que sería la de más larga duración en la historia china. Sin embargo, en el año 770 a.C., una tribu bárbara ataca el reino y mata al monarca, el rey Yu. Su hijo, el rey Ping, traslada la capital hacia oriente y se inicia el período Chou oriental. A partir de ese entonces se produce un gradual colapso de la autoridad central, dando lugar a largos períodos de caos.
La aparición de la escritura en China permitió el registro permanente de eventos históricos, así como conceptos teóricos y prácticos que eventualmente constituyeron los cimientos para la evolución del pensamiento y la filosofía. Por ende, para entender el espíritu del pensamiento tradicional en China, es menester explorar la naturaleza de su pasado. Es necesario analizar los sistemas políticos y sociales imperantes durante las Dinastías Hsia y Shang (1766-1122 a.C.) para conocer los orígenes de la cultura y la política en China. A pesar que los primeros tratados filosóficos chinos aparecieron después de la dinastía Shang, los mismos están basados en las tradiciones orales que datan de las épocas anteriores.
Siguiendo el patrón del orden teocrático, los primeros tratados filosóficos chinos eran compilaciones de esfuerzos racionales para explicar la naturaleza misma del Universo, así como descripciones de situaciones de la vida real, diversos fenómenos naturales, mitos históricos, costumbres y ritos.

Una explicación acerca de los nombres chinos

El sistema de traducción fonética Wade-Giles fue desarrollado por Thomas Wade a mediados del siglo XIX. En 1912, Herbert Giles formalizó su uso en un diccionario chino-inglés que publicó. Es un sistema de traducción fonética basado en el mandarín y fue el principal método usado para las traducciones a lenguas occidentales durante la mayor parte del siglo XX.
A pesar de haber sido diseñado para uso de especialistas chinos y aunque haya sido criticado como un sistema poco intuitivo y no útil para la enseñanza de la pronunciación en chino, el sistema Wade-Giles posee la virtud de haber sido creado por lingüístas y no por traductores de un idioma en particular.
De hecho, la República de China utilizó dicho sistema durante décadas como método estándar de traducción, a pesar de otros sistemas de “romanización” de orígenes oscuros. A pesar que en Taiwan se ha aprobado oficialmente un sistema propio de traducción fonética, el Tongyong pinyin, la mayor parte de los nombres de sitios y personas se siguen escribiendo con este sistema claro y conciso.
En China continental, se ha adoptado el sistema hanyu pinyin, y la mayoría de los autores y traductores en Occidente ha aceptado el mismo por conveniencia y en honor a la ley del menor esfuerzo. Este sistema, adoptado oficialmente por la República Popular de China en 1979, ha venido a reemplazar todos los otros sistemas que le antecedieron.
El hanyu pinyin es un sistema de traducción fonética relativamente aceptable para el idioma inglés, debido a que fue concebido teniendo en mente esa lengua occidental. Aún así, padece de varios defectos al ser comparado con el Wade-Giles. Entre ellos, encontramos la dificultad para poder expresar la traducción literal de los otros dialectos en China, especialmente los de las minorías que no pertenecen a la etnia Han.
Si bien la Organización Internacional para la Estandarización (ISO) ha adoptado el hanyu pinyin como sistema estándar de “romanización” del chino moderno, el mismo no resulta útil para muchos idiomas, incluyendo el español. Su rigidez, falta de flexibilidad y limitada expresividad fonética son otras de las fallas que posee el sistema. Así, tenemos la consonante “q” usada en lugar de “ch” o “ts”. La traducción en hanyu pinyin para símbolo fonético ching o tsing, “qin”, es totalmente ilegible según las normas de pronunciación de la lengua castellana.
Incluso para inglés, idioma en que fue concebido el sistema hanyu pinyin, las traducciones no necesariamente corresponden a la pronunciación inglesa. Por ejemplo, la terminación “ang” no tiene un equivalente en inglés.
Por otro lado, el uso extendido del hanyu pinyin dificulta la lectura de todas las obras sobre China que anteceden al uso oficial del sistema. Por ese motivo, y en defensa del buen español, se ha optado por usar el sistema Wade-Giles en la presente obra. Para facilitar la correlación con el sistema actualmente usado por muchos otros autores, se colocará en paréntesis el equivalente en hanyu pinyin la primera vez que aparece en un artículo.

A manera de introducción

La historia es el compendio de las experiencias humanas en el pasado. El papel del historiador es compilar en forma fiel y desapasionada los hechos del pasado y ordenarlos en forma narrativa. Hasta mediados del Siglo XIX, la historia era sencillamente una parte de la literatura y se daba más importancia a la elegancia del estilo que a la veracidad de los hechos que se describían en sus escritos. Afortunadamente, esta razón de ser ha cambiado y hoy en día, la historia es una ciencia por derecho propio.
Sin embargo, documentar y narrar la historia de pueblos de existencia milenaria es un tarea sumamente difícil, si tratamos de mantener la vigencia del actual criterio de esta ciencia. Es difícil apartarse de la pasión y otros aspectos que desvirtuan la intención informativa de la historia en el caso de pueblos que han sobrevivido durante milenios. Así, documentar la historia de pueblos como el árabe, el hebreo, el hindostano o el chino es una actividad, que aparte de ser apasionante, resulta delicada porque son pueblos donde la leyenda se ha ido convirtiendo en tradición y la tradición se ha ido convirtiendo en leyenda, y ambas se han permeabilizado en la vida diaria de su gente para transformarse en síntesis y alma de su existencia.
Durante casi dos mil años, el estudio y la documentación de la historia fueron considerados la vanguardia de la educación y la erudición en China. Se tienen evidencias de que los chinos comenzaron a documentar los hechos, principalmente para propósitos genealógicos, mucho antes de Confucio. En el Siglo II antes de la Era Cristiana, el célebre historiador Ssu-ma Chien, escribano de la corte en la Dinastía Han Occidental, publicó su monumental obra, el Shih Chi o “Registros Históricos”. Dicho libro fijó las pautas para las obras históricas en China durante los siguientes 20 siglos e inició una firme tradición en la documentación histórica de China.
Si bien China es una nación con una historia documentada de casi 4.000 años, no fue sino hasta el Siglo XVI que la nación tuvo sus primeros contactos con el mundo exterior. Hasta ese entonces, China era un país misterioso y completamente desconocido. Los primeros exploradores occidentales que llegaron a China, ya sea con un propósito comercial, misionero o conquistador, iniciaron los contactos directos entre Occidente y Oriente.
El propósito principal de este espacio no es presentar un compendio sobre la historia china, sino más bien, resaltar algunos aspectos interesantes y controversiales de la historia de uno de los pueblos más antiguos del mundo. El afán de este esfuerzo se concentra en presentar una narrativa entretenida y a la vez ilustrativa de tales hechos, de modo que se aclare un poco el misterio y la leyenda que se han tejido con el pasar del tiempo en esos capítulos históricos.
Con respecto al nombre de esta página, Rollos de bambú hace alusión a esos antiquísimos "cuadernos" de la civilización humana, donde se registraron los primeros hechos históricos de China. La mención de estos registros en su título refleja el interés del autor por mostrar estas facetas históricas en la misma forma fiel y sencilla como se hizo en los albores de la civilización china.